El maltrato pasivo: la expresión encubierta de la agresión en las relaciones interpersonales

Autora: Mayeuta
Resumen:
El presente artículo aborda el fenómeno del maltrato pasivo, entendido como una modalidad de violencia psicológica de carácter indirecto, que se manifiesta a través de conductas pasivo-agresivas. Se revisan sus principales características, bases psicodinámicas, posibles asociaciones con trastornos de la personalidad y estrategias terapéuticas de abordaje. Se plantea que la agresión pasiva, al operar de forma encubierta, constituye una forma de control emocional y relacional que perpetúa dinámicas de daño psicológico tanto en la víctima como en el agresor.
Palabras clave: maltrato pasivo, agresión encubierta, personalidad pasivo-agresiva, dinámica vincular, psicoterapia.

Introducción

El maltrato pasivo, también denominado agresión pasiva o violencia encubierta, corresponde a un patrón relacional caracterizado por la expresión indirecta de la hostilidad, el resentimiento o la ira. En lugar de manifestarse abiertamente, la agresión adopta formas sutiles —como la omisión, la ironía o la negligencia deliberada— que deterioran progresivamente la confianza y la comunicación en los vínculos afectivos o laborales.

Desde la perspectiva psicológica contemporánea, este fenómeno se considera una modalidad de violencia psicológica crónica, sostenida por la evitación del conflicto y el uso inconsciente de mecanismos defensivos. Su invisibilidad social y la dificultad para demostrarlo lo convierten en una forma especialmente dañina de maltrato emocional.

Fundamentos teóricos y psicodinámicos

2.1. Enfoque de la personalidad pasivo-agresiva (Millon, 1996)

Theodore Millon describe los rasgos pasivo-agresivos como parte del espectro de las personalidades negativistas, donde el individuo oscila entre la dependencia afectiva y la oposición sistemática a las demandas del entorno. Estas personas tienden a mostrarse colaborativas en el plano discursivo, pero su comportamiento se caracteriza por resistencias encubiertas, resentimiento y sabotaje.

El maltratador pasivo, desde esta perspectiva, busca mantener cierto control sobre el otro, evitando el enfrentamiento directo, lo que le permite preservar una autoimagen de inocencia mientras expresa su hostilidad de modo indirecto.

2.2. Dimensión psicodinámica (Kernberg, 1984)

Otto Kernberg plantea que las conductas pasivo-agresivas emergen de conflictos intrapsíquicos no resueltos entre impulsos de amor y odio, propios de una organización borderline o neurótica de la personalidad. En este sentido, la agresión pasiva es un modo de actuar la ambivalencia: la persona necesita del otro, pero simultáneamente lo ataca.

El maltratador pasivo suele haber internalizado figuras parentales, controladoras o punitivas, lo que origina un yo frágil que teme tanto a la dependencia como al abandono. Su agresión, por tanto, busca restablecer un sentido de poder frente a la vivencia de impotencia infantil.

2.3. Perspectiva cognitivo-conductual (Beck, 1990)

Desde el modelo de Aaron Beck, la conducta pasivo-agresiva se sostiene en esquemas cognitivos disfuncionales tales como “si expreso mi enojo, me rechazarán” o “debo mantener el control emocional para no ser débil”. Estas creencias generan una represión sistemática de la ira, que termina por manifestarse de forma indirecta a través de olvidos, omisiones o actitudes evasivas.

En este marco, el maltrato pasivo se comprende como una distorsión en la regulación emocional, donde la persona sustituye la comunicación asertiva por estrategias de control encubierto.

Manifestaciones conductuales y vinculares

El maltrato pasivo se expresa en interacciones cotidianas mediante actos sutiles, muchas veces imperceptibles:

  • Negación afectiva y silencio punitivo: la persona evita responder o se retira emocionalmente como forma de castigo.
  • Sarcasmo e ironía velada: se disfraza la hostilidad bajo un tono humorístico o condescendiente.
  • Procrastinación deliberada e ineficiencia: retrasar tareas o cometer errores “accidentales” que afectan al otro.
  • Victimización y negación: ante la confrontación, el maltratador pasivo suele presentarse como incomprendido, reforzando la confusión de la víctima.

Estas conductas conforman un patrón circular de control y ambigüedad, donde el agresor mantiene el poder evitando la responsabilidad directa de sus acciones.

Orígenes evolutivos y desarrollo temprano

La literatura coincide en señalar que las conductas pasivo-agresivas tienen sus raíces en contextos familiares donde la expresión emocional fue sancionada o invalidada. El niño aprende que manifestar su enojo o frustración es peligroso, por lo que adopta estrategias de sumisión aparente y resistencia encubierta.

Frecuentemente, estos individuos fueron educados en entornos autoritarios o emocionalmente inconsistentes, donde la obediencia externa coexistía con sentimientos de resentimiento y desamparo. En la adolescencia, tales estrategias se consolidan como modos de interacción, y en la adultez pueden cristalizar en estilos relacionales rígidos o en rasgos de personalidad pasivo-agresiva.

Prevalencia y correlatos psicopatológicos

Si bien el maltrato pasivo no constituye un diagnóstico clínico por sí mismo, puede observarse en diversos trastornos de la personalidad, especialmente en los de tipo negativista, narcisista, dependiente y límite.

En términos epidemiológicos, su prevalencia se estima mayor en contextos donde existen modelos culturales de control emocional o evitación del conflicto. En tales entornos, la hostilidad reprimida encuentra canales de expresión indirecta que son socialmente tolerados.

Consecuencias psicológicas en las víctimas

Las víctimas de maltrato pasivo suelen experimentar confusión, culpa y ansiedad anticipatoria. Al no poder identificar con claridad la agresión, dudan de su propia percepción, lo que deteriora su autoconfianza. Con el tiempo, pueden desarrollar síntomas de estrés crónico, depresión reactiva o somatización.

Este tipo de violencia produce una erosión lenta del vínculo, donde el otro se siente permanentemente descalificado o ignorado, sin pruebas tangibles que justifiquen su malestar.

Abordaje psicoterapéutico

El tratamiento del maltratador pasivo implica un proceso de conciencia emocional, responsabilidad afectiva y entrenamiento en habilidades de comunicación. Entre los enfoques más utilizados se destacan:

  • Terapia cognitivo-conductual (TCC): orientada a identificar pensamientos automáticos de resentimiento y reformular creencias rígidas sobre el control y la vulnerabilidad.
  • Terapia psicodinámica: busca explorar las raíces inconscientes del conflicto entre dependencia y hostilidad, promoviendo la integración de emociones reprimidas.
  • Terapia dialéctico-conductual (Linehan, 1993): útil para la regulación emocional y la tolerancia a la frustración.
  • Terapia sistémica o de pareja: aborda las dinámicas circulares de manipulación y silencio que perpetúan el maltrato relacional.

El trabajo terapéutico requiere paciencia y consistencia, dado que estas personas suelen negar su responsabilidad y proyectar la culpa en los demás. El cambio comienza cuando logran reconocer su agresión y desarrollar formas de expresión emocional más directas y empáticas.

Conclusiones

El maltrato pasivo constituye una de las formas más insidiosas de violencia psicológica, pues opera en la sutileza de lo no dicho y en la aparente normalidad. Comprenderlo requiere una mirada integradora que articule los aspectos cognitivos, emocionales y vinculares de la agresión humana.

Su abordaje clínico exige tanto contención como confrontación empática, favoreciendo el reconocimiento del conflicto interno que sostiene la conducta. Solo desde ese punto puede emerger una relación más auténtica, donde la palabra sustituya al silencio y la cooperación reemplace al control.

Tres haikus extendidos (de tres versos, con breves modulaciones poéticas) que mantienen la esencia trágica y reflexiva del maltratador pasivo: la herida que calla, el amor que se envenena en silencio, y la imposibilidad de sanar lo que nunca se dijo.

Herida muda

Silencio antiguo,
la voz se ahoga en calma,
crece el veneno.

Semilla del daño

Niño obediente,
guarda su ira dormida.
Hoy hiere callando.

Lo no dicho

Entre dos almas
un muro hecho de miedo.
Nadie perdona.

Referencias bibliográficas

  • Beck, A. T. (1990). Cognitive Therapy of Personality Disorders. New York: Guilford Press.
  • Kernberg, O. (1984). Severe Personality Disorders: Psychotherapeutic Strategies. Yale University Press.
  • Linehan, M. M. (1993). Cognitive-Behavioral Treatment of Borderline Personality Disorder. New York: Guilford Press.
  • Millon, T. (1996). Disorders of Personality: DSM-IV and Beyond. New York: Wiley.
  • Mayeuta. (2025). El maltrato pasivo: la expresión encubierta de la agresión en las relaciones interpersonales. (Artículo en preparación).

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